LA FE Y LAS MONTAÑAS
Al principio la fe movía montañas sólo cuando era absolutamente necesario, con lo que el paisaje permanecía igual a sí mismo durante milenios.
Pero cuando la fe comenzó a propagarse y a la gente le pareció divertida la idea de mover montañas, éstas no hacían sino cambiar de sitio, y cada vez era más difícil encontrarlas en el lugar en que uno las había dejado la noche anterior; cosa que por supuesto creaba más dificultades que las que resolvía.
La buena gente prefirió entonces abandonar la fe y ahora las montañas permanecen por lo general en su sitio.
Cuando en la carretera se produce un derrumbe bajo el cual mueren varios viajeros, es que alguien, muy lejano o inmediato, tuvo un ligerísimo atisbo de fe.
Cuentecillo de Augusto Monterroso, autor con quien comencé este bloc.
(En la foto, una de las dos niñas-bota que conozco)
Samuel: La fé me abandonó.
ResponderEliminarElías: (...)
El Señor sabe con quién está la fé. A veces pasa.
Mi preferida siempre ha sido la caridad.
ResponderEliminarLa bota es de chúpame la punta. Claramente.
ResponderEliminarLa que más mueve montañas es la comentarista del basket de TVE, Fe López.
ResponderEliminar¿Oyes voces?
ResponderEliminarJoe
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